Para poner mi granito de arena al asunto os traigo algunos capítulos de una historia que estoy escribiendo. La "susodicha" se llama 016 y narra la historia de una chica llamada Laura. En fin, no os "espoileo" mas. Simplemente leedla si tenéis un rato. Acepto criticas de todo tipo (a poder ser constructivas) ^^
Todo se oscurecía a mí alrededor. Si me pongo a pensar en ello creo que nunca me había fijado en la cantidad de polvo que tenía el suelo. No; la verdad es que nunca lo había visto tan de cerca.
Mi pobre cuerpo contusionado apenas era capaz de responder, y mis ojos llorosos únicamente eran capaces de ver cómo una vez más, mi madre sufría una nueva paliza a manos de su marido.
La impotencia y el no saber qué hacer del momento me reconcomían por dentro, de modo que lo que solía hacer en aquellas situaciones era simplemente esperar a que acabara todo. Como si de una película mala se tratara pero que tuviera que ver por obligación.
Sin saber el cómo ni por qué mis ojos comenzaron a cerrarse. Tal vez fue por el cansancio o bien por las magulladuras. No quiero. Grito un ¡no! Mentalmente per acabo cerrando los ojos viendo como última escena a mi madre tumbada en el suelo, inerte.
CAPITULO 2
El sol brillaba en el cielo, a pesar de que el hombre del tiempo se empeñara en decir que tendríamos chubascos. Nada era distinto, un día normal, una ciudad normal, gente normal…
¡Qué asco! - Grité mentalmente.
Iba caminando hacia la escuela con tranquilidad, como si no tuviera hora de entrada o me importara un comino el llegar tarde (más bien esto último).
- ¡Laura! - Escuché tras de mí.
- ¿Por qué no te paras? Llevo medio kilómetro llamándote…
- ¡Yess! -Exclamé girándome y fingiendo sorpresa. - Pues ni me he dado cuenta, estaba en mis cosas.
De repente Yess se me quedó mirando como si me estuviera creciendo un furúnculo en la cara. Por desgracia últimamente lo hacía mucho.
- ¡¿Otra vez?! - Exclamó con un tono de enfado considerable.
- Si… - Dije con voz baja y suspirando. No es que fuera fácil reconocer este tipo de cosas, al menos para mí no lo era.
- Laura… - Dijo Yess con un tono casi suplicando. - Esto no puede seguir así.
-¡¿Y qué quieres que haga?! No puedes hacer nada, ¡nadie puede hacer nada!
- Hay teléfonos y medios para hacer frente a esta clase de cosas.
El silencio nos invadió por unos instantes. Como si no existiera más gente a un kilómetro a la redonda, Yess y yo nos miramos durante unos segundos. Nos miramos hasta que no pude aguantar más. Las lágrimas se abrieron paso y acabé de rodillas, inundada en lágrimas, llorando como una niña pequeña.
- Ya está, por favor… - Me suplicaba mi amiga mientras me abrazaba, intentando consolarme, intentando arrancar de cuajo aquel dolor que me estaba torturando tanto, pero yo lloraba más y más. Como si sintiera un dolor tan fuerte que fuera a hacer que me explotara el pecho.
CAPITULO 3
Debía de ser martes, ya que el profesor de historia llevaba su camisa color salmón. Odiaba esa camisa… Nos estaba explicando no sé qué memeces sobre Alejandro Magno y yo solo tenía ganas de que acabaran las clases y poder por fin largarme de aquel antro.
Yess me estaba mirando, lo notaba, como compadeciéndose de mí. A decir verdad era mi única amiga, tanto dentro como fuera de la escuela. Nunca he tenido facilidad para hacer amigos.
De repente un grito atravesó el aula de punta a punta.
- ¡Señorita Herrera! ¿Quiere hacer el favor de despertar? - Exclamó el profesor con una expresión de estar bastante enfadado. La vena de su frente parecía que le iba a reventar de un momento a otro. Litros y litros de sangre atravesaban esa vena por minuto y eso solo ocurría cuando se encontraba muy molesto.
De repente noté todos los ojos de la clase clavados en mí.
- Ya que parece que se sabe tanto la lección, ¿Por qué no sale a la pizarra a leer un fragmento del libro? - Continuó en un tono algo más sosegado aunque todavía molesto.
En ese momento se produjo una pausa en mi cerebro, como si este hubiera dejado de funcionar por unos instantes. Quería mediar palabra pero era incapaz ni tan siquiera de mover los labios. Tal vez por la amonestación tan poco esperada o ¿tal vez por todo lo que llevaba sobre las espaldas desde hacía ya algún tiempo?
- Yo… - Mis labios comenzaron a actuar. Yess me cortó.
- ¿No ve que no se encuentra bien, profesor? ¡Está enferma!
- No le he pedido su opinión señorita Díaz. En un futuro guárdesela para usted. - Rancio como siempre y como era de esperar.
- ¿Y bien, señorita Herrera? - Continuó.
En fin, tengo hecho hasta aquí. Se trata por ahora de una crítica en toda regla hacia la violencia de genero. A ver como va evolucionando la historia.
¡Nos vemos!